jueves, 13 de febrero de 2014

Los Lonos: Cruce De Loros Con Monos


 
       Hace no tanto tiempo, se decía al hombre se le valora por su Palabra. Por desgracia, hoy por hoy, las palabras no parecen valer nada, debido a que se ha producido una epidemia de Lonos que hace dudar si aún quedan personas reales por allí...

       

Lono en plena euforia
(cualquier similitud con personajes políticos
no es mera coincidencia)

       Y los llamamos “Lonos” porque, si bien suelen decir las palabras adecuadas para el momento y saben también acompañarlas con los gestos correctos, lo que parecen expresar no tiene significado alguno, pues son tan sólo sonidos y movimientos que repiten para complacer a los espectadores. Así, tal como los loros y monos hacen sus gracias para obtener los favores de quienes se detienen a contemplarlos, los Lonos hacen de las suyas para obtener algún provecho en la actual sociedad, que no sabe ya distinguir la realidad del contacto humano en oposición al oropel de la vacua parodia que no lleva a ninguna parte.
 
       Esto ha surgido, en mucho, debido a que la persona “modernano suele querer asumir compromiso ni responsabilidad alguna, limitándose a hacer gestos agradables que apacigüen a su interlocutor, sin necesidad de llegar a acciones que determinen su posición real al respecto. En claro contraste con esto, la comunicación humana se basa —justa y precisamente— en el comprometerse con cada palabra expresada para que, así, nuestras frases cobren valor al verse respaldadas por las acciones que, posteriormente, las plasmarán en realidades concretas.
 
       Aclararé aun más la figura con un simple ejemplo: Si alguien nos dice que nos aprecia sobremanera y que estaría dispuesto a darlo todo por nuestra amistad y luego, si nos ocurre una desgracia, nos da la espalda y nos esquiva para que “no vayamos a pedirle algo”... ¿qué significado tuvieron sus palabras? De darse tales hechos, lo dicho por este falso amigo no sería más que aire caliente librado al viento sin trascendencia alguna.
 
       En esto me baso para decir que, si las palabras no tienen un significado real, no estamos realizando un acto de comunicación, sino un simple gesto social como el agitar la mano con un “¡Buenos días!”, lo cual no pasa de ser un formalismo que no connota ningún tipo de interés o involucramiento superior al estrictamente exigido para no ser rechazado por la sociedad.
 
       Y los Lonos proliferan cada vez más, especialmente en el campo de la Política, donde alcanzan un nivel que trasciende ampliamente lo descomunal, mientras los pocos seres humanos que quedamos nos hacemos canas verdes intentando discernir qué pedazo —si alguno— de todo lo que dicen podrá tener visos de contenido que nos permitan columbrar la persona que se oculta bajo verborrea tan inútil.
 
       Porque el Lono, en mucho, surge de un miedo cerval a mostrarse como la persona humana que realmente es, con sus defectos y limitaciones. Y claro, como esa caja para bobos que es la TV enseña a fingir como si lo único que contara fuesen las apariencias, la gran mayoría va memorizando los gestos precisos y las palabras más aparentes para mejorar la máscara de persona que usan... sin comprender que, con el cuento de la “autoimagen” están borrando todo lo que les da una auténtica identidad humana.
 
       Ya es tiempo de que nos dejemos de formas y busquemos el fondo y nos abramos a una verdadera comunicación. Pero no es fácil, pues en cuanto uno dispara el escopetazo de “...pero dime: ¿Qué es lo que realmente crees TÚ?”, el interlocutor promedio palidece, se encoge, se aturde mientras los oxidados engranajes de su triste remedo de cerebro crujen en desesperación y, casi de inmediato, al notar lo ineludible de la situación... ¡saca al Lono!

Artículo publicado en la Revista Gente
el 17 de diciembre de 2009

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