Gran cantidad de observaciones señalan de modo inequívoco
que la supervivencia humana depende no sólo de gérmenes patógenos que alteran
la salud, sino también de la actitud del hombre hacia la vida, del modo como se
conduce y, sobretodo, de su actitud hacia el medio ambiente en que tiene que
vivir.
Hoy día han desaparecido o disminuido considerablemente las catastróficas
epidemias que -en otros tiempos- afectaron a la Humanidad, pero en el vacío
dejado por ellas van introduciéndose nuevos tipos de trastornos, generados por
el propio hombre, que pueden conducir a otras catástrofes tanto o más graves
que aquellas.
El aire y el agua son contaminados constantemente por los
residuos de la industria o como consecuencia del tránsito vehicular; los
productos químicos utilizados para combatir insectos dañinos pueden envenenar a
plantas y animales que sirven como alimentos al hombre; la desforestación y el
cultivo inadecuado de los suelos, arrasan anualmente millones de hectáreas
cultivables, aumentando la amenaza de hambre y miserias en un mundo
superpoblado. Estos pocos ejemplos de la acción perturbadora del hombre en su
medio y las repercusiones negativas que ella tiene para su propio bienestar,
son suficientes para entender la urgente necesidad de cambiar la actitud del
ser humano hacia el medio ambiente.
"De continuar esta devastación,
nosotros y nuestros hijos despertaremos día tras día
con el amargo deseo de no haber nacido nunca."
Wayne Mc Euring
nosotros y nuestros hijos despertaremos día tras día
con el amargo deseo de no haber nacido nunca."
Wayne Mc Euring
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