Mercedes: Ante todo, hay que decir que para nosotros no hay días feriados en que nos levantemos más tarde y/o no nos dediquemos a nada. Pero no lo lamentamos, al contrario, con todo lo que queremos aprender y todo lo que hay por hacer, ¡ni siquiera tenemos tiempo para aburrirnos!
Gaby:
¡Ni para deprimirnos! Es gracioso,
hace poco tiempo vino un periodista a la casa a entrevistarnos y una de sus
preguntas fue «¿cómo hacen cuando despiertan deprimidos y no sienten deseos
ni de levantarse de la cama; cómo hacen con el stress, tan común hoy en día?».
Recuerdo que todos nos quedamos mudos y no supimos qué responder y recién ahí
tomamos conciencia de que nosotros no tenemos de esos días. Si en algún momento
tenemos una preocupación o una pena, seguimos haciendo exactamente lo mismo de
siempre, pero buscamos la primera oportunidad para acercarnos a otro de
nosotros y contarle nuestra preocupación, realizamos a cabalidad el dicho «una
pena compartida es media pena y una alegría compartida es alegría doble»,
nosotros lo compartimos todo y siempre estamos buscando motivos para festejar,
hasta el punto que cuando tenemos una pena muy grande, alguno siempre dice «¡vamos
a festejar!» y aunque no tengamos deseos al principio, hacemos algo alegre
que nos recuerde que siempre hay algo por lo que dar gracias, sobre todo por el
hecho de estar unidos. Y, cuando estamos muy contentos por algo, alguno dice
también «¡vamos a festejar!» y seguimos dando gracias.
Mercedes:
Pero vamos al horario...
Gaby: El despertador suena diariamente alrededor de las 5:00 a.m.
Ricardo: Luego, yo, a trabajar al computador y mis mujeres a sus quehaceres.
Lola: Cada quien empieza sus labores ya sea de cocina, de aseo de la casa, computo, lavado de ropa, etc.
Beatriz:
Para lo cual tenemos un horario con
la distribución de tareas.
Gaby: Nos vamos rotando las labores de la casa. Todas tenemos un día a la semana en que no hacemos ninguna labor doméstica, un día en que lavamos ropa y un día en que cuidamos a los perritos: los sacamos a hacer sus necesidades, les damos su comida y vemos que jueguen sin molestar al resto, como si fueran niños pequeños y tal como haríamos si los tuviéramos. A las 8:00 a.m. se hacen las ofrendas de la mañana y todos interrumpimos lo que sea que estemos haciendo para reunirnos a cantar una oración.
Ricardo:
Se trata del Gaay’atrii,
una oración en la que se pide a Dios la salvación de todos.
Lola:
Le agradecemos a Dios un día más de
vida.
Mercedes: Y también por mantener la vida de nuestro esposo. Además reafirmamos nuestras promesas matrimoniales.
Gaby: Se sirve el desayuno que consiste en algo caliente de beber (según los gustos), pan y tostadas, algo de mermelada, o queso o jamón (si hay), o al menos, mantequilla, la fruta del día y germen de trigo y salvado para las más naturistas. Si bien hacemos un desayuno bastante liviano, ya que procuramos no llenarnos demasiado para poder hacer ejercicios después, éste normalmente dura hasta las 8:30 a.m. por causa de la amena sobremesa.
Mara:
Inmediatamente después comenzamos
nuestras Devociones en el Templo (es cortito).
Gaby: Luego, reanudamos nuestras labores de casa y como somos todo un equipo organizado de limpieza, alrededor de las 9:00 a.m., la casa ya se encuentra totalmente limpia y la comida bastante avanzada. Entonces nos juntamos para hacer gimnasia en grupo o practicar baile, según las preferencias de cada una.
Mara:
O, dependiendo del día, se hacen las
compras.
Lola: Después, todo el mundo se ducha.
Mercedes: Y nos queda como hora y media o dos horas para hacer alguna cosilla pendiente antes del almuerzo.
Gaby: Podemos trabajar en el computador, Mercedes a veces se dedica a sus esculturas, Lola se dedica al jardín... en fin, a los trabajos que cada una haya asumido según sus preferencias. A las 12:30, ya duchadas, cambiadas y arregladas (para Ricardo, que el pobre todo este tiempo ha seguido trabajando en el computador), hacemos las ofrendas de los alimentos y nos juntamos para orar y almorzar.
Beatriz:
Nuevamente el Gaay’atrii.
Mercedes: Nuestros almuerzos son laaaargos. En ese aspecto, todos los días gozamos de lo que la tradición peruana tilda de «domingos familiares».
Ricardo: Algunas veces tienen que separarme a la fuerza del computador para sentarme a comer con todas ellas, ya que mi trabajo me absorbe demasiado.
Gaby: Es muy entretenido tener la mesa siempre llena, hasta el punto que cuando alguno de nosotros tiene que salir nos ha pasado decir «uy, que estamos pocos hoy», a pesar de estar cinco o seis sentados a la mesa y es que la ausencia de cada miembro de nuestra familia se siente. Al respecto de la comida, luego de probar varios sistemas, decidimos que lo más simple era que, dado que cada uno de nosotros tiene gustos distintos, era preferible poner las fuentes con ensalada, guiso, arroz, puré o lo que haya, al centro de la mesa y cada cual elige qué se sirve y en qué cantidad y así, ¡todos felices! Luego viene la mejor parte, ¡los postres!, que aunque simples, siempre procuramos que no falten. Se reparte alguna bebida caliente y la sobremesa se alarga hasta bastante después de que todos hemos terminado.
Beatriz:
Luego, quién corresponda, hace el
aseo de la cocina.
Lola: En la tarde Ricardo vuelve al computador y cada cual vuelve a sus actividades personales: lectura, diseño, costura, cómputo, etc.
Gaby: Cada una de nosotras, según sus capacidades o aficiones apoya en las actividades de nuestra familia, por ejemplo, cuando Ricardo tenía su Programa de Televisión nosotras éramos sus principales Asistentes de Producción, al igual que cuando tuvo su Programa de Radio, cuando escribe sus libros, nosotras somos sus Revisoras, cuando hace sus programas de computadora también lo apoyamos en el desarrollo y diseño gráfico… nuestra familia es también nuestra empresa y nos movemos siempre como una unidad en cualquier dirección que tomemos.
Mercedes: Trabajamos individualmente en lo que tenemos pendiente o, en mi caso por ejemplo, aprovecho esas horas para dictar mis clases de danza.
Gaby: A las 6:00 p.m. se
hacen nuevamente las ofrendas de comida
y nos juntamos a tomar lonche.
Beatriz:
Y cantar el Gaay’atrii
del atardecer.
Mercedes:
El último Gaay’atrii
del día.
Gaby: El lonche es hasta más liviano que el desayuno y no acostumbramos comer en la noche, aunque si alguno se quedó con hambre puede coordinarse con Beatriz que es la que administra la casa y asaltar el refrigerador o la despensa.
Beatriz: Después del lonche hacemos otras Devociones y tenemos actividades pedagógicas (Por ejemplo leemos, hacemos artículos, aprendemos cosas nuevas o nuestro esposo nos traduce libros que están en algún otro idioma o nos da clases de diferentes materias) o podemos hacer actividades de entretenimiento. Tenemos como un par de horas libres para desarrollar nuestras inquietudes intelectuales.
Lola: Los domingos nos reunimos para coordinar tareas para la semana. El resto de días nos reunimos para conversar simplemente o vemos una película analizando su contenido y nos vamos a dormir alrededor de las 10 u 11 de la noche.
Gaby: Lo normal es que Ricardo sea el último en hacerlo y que se quede trabajando en el Computador hasta bastante pasada la medianoche.
Mercedes: Junto a quien, o quienes lo acompañen a dormir esa noche.
Ricardo: En realidad, yo soy como las gallinitas, me acuesto temprano. No puedo decir que me duermo temprano, pero sí que me acuesto temprano (risas)... en eso, como Bolognesi: «tengo deberes sagrados que cumplir», con la diferencia de que no quemo el último cartucho… hay munición para rato (risas).
Mara: Y buenas noches los pastores.
Gaby: Si bien tenemos las horas de nuestras Devociones que son inamovibles, lo más común es que no haya dos días iguales. Todo está sujeto a cambios.
Ricardo: Cuando estábamos viviendo en Chile, en el Campo, por las tardes teníamos juegos de mesa, paseos con los perros, preparación de fogatas o viajábamos a Curicó donde había restaurantes muy buenos en los que éramos muy conocidos y respetados.
Gaby: Ahora tenemos paseos por el jardín, todavía hacemos juegos de mesa y las fogatas tienen que limitarse a asar marshmelows en la chimenea, pero sigue siendo muy divertido. Muchas veces nos hemos pasado tardes enteras jugando juegos de aventura.
Lola: Juegos que son entretenidos e instructivos a la vez.
Gaby: O hemos cambiado las tardes de juego por sesiones de estudio conjunto sobre un tema de común interés, otras veces decidimos de repente hacer «juerga» y podemos salir a comer en grupo o simplemente a pasear, y si bien pasamos todo el día juntos, cada vez que nos reunimos en una misma habitación, tenemos mucho de que conversar...
Beatriz: Después del lonche hacemos otras Devociones y tenemos actividades pedagógicas (Por ejemplo leemos, hacemos artículos, aprendemos cosas nuevas o nuestro esposo nos traduce libros que están en algún otro idioma o nos da clases de diferentes materias) o podemos hacer actividades de entretenimiento. Tenemos como un par de horas libres para desarrollar nuestras inquietudes intelectuales.
Lola: Los domingos nos reunimos para coordinar tareas para la semana. El resto de días nos reunimos para conversar simplemente o vemos una película analizando su contenido y nos vamos a dormir alrededor de las 10 u 11 de la noche.
Gaby: Lo normal es que Ricardo sea el último en hacerlo y que se quede trabajando en el Computador hasta bastante pasada la medianoche.
Mercedes: Junto a quien, o quienes lo acompañen a dormir esa noche.
Ricardo: En realidad, yo soy como las gallinitas, me acuesto temprano. No puedo decir que me duermo temprano, pero sí que me acuesto temprano (risas)... en eso, como Bolognesi: «tengo deberes sagrados que cumplir», con la diferencia de que no quemo el último cartucho… hay munición para rato (risas).
Mara: Y buenas noches los pastores.
Gaby: Si bien tenemos las horas de nuestras Devociones que son inamovibles, lo más común es que no haya dos días iguales. Todo está sujeto a cambios.
Ricardo: Cuando estábamos viviendo en Chile, en el Campo, por las tardes teníamos juegos de mesa, paseos con los perros, preparación de fogatas o viajábamos a Curicó donde había restaurantes muy buenos en los que éramos muy conocidos y respetados.
Gaby: Ahora tenemos paseos por el jardín, todavía hacemos juegos de mesa y las fogatas tienen que limitarse a asar marshmelows en la chimenea, pero sigue siendo muy divertido. Muchas veces nos hemos pasado tardes enteras jugando juegos de aventura.
Lola: Juegos que son entretenidos e instructivos a la vez.
Gaby: O hemos cambiado las tardes de juego por sesiones de estudio conjunto sobre un tema de común interés, otras veces decidimos de repente hacer «juerga» y podemos salir a comer en grupo o simplemente a pasear, y si bien pasamos todo el día juntos, cada vez que nos reunimos en una misma habitación, tenemos mucho de que conversar...