jueves, 31 de octubre de 2013

Sabiduría de la Naturaleza

          por Michael Blumenthal





       Conducidos por nuestro guía naturalista, siete viajeros y yo caminábamos por la playa de blanca arena de la isla más meridional del Archipiélago de las Galápagos. Íbamos en busca de los grandes nidos en donde las tortugas verdes del Pacífico ponen sus huevos y los dejan incubándose.
 
       La mayoría de las tortuguitas (que al desarrollarse llegan a pesar hasta 150 kilos) emergen de esos nidos en Abril y Mayo de cada año y emprenden una carrera frenética de vida o muerte para alcanzar el mar antes de que las aves rapaces las conviertan en bocadillos.
 
       Era casi la hora del crepúsculo, el momento en el cual -si las tortuguitas han de lograr escapar con vida- una de ellas debe arriesgarse a salir al aire libre a explorar para ver si hay seguridad para que la sigan sus hermanas en la carrera hacia las olas.
 
       Di con un nido grande, en forma de tazón, del que sobresalía un centímetro la cabeza gris de una diminuta tortuga verde. Al reunirse conmigo mis compañeros, oímos un crujido detrás de nosotros, entre las breñas... se acercaba un pájaro mímido encapuchado.
 
       "¡Quédense quietos y observen!" nos recomendó nuestro joven guía ecuatoriano, mientras el pájaro se desplazaba hasta quedar a unos cuantos centímetros de la cabeza de la tortuguita. Y añadió: "Ahora... ¡atacará!".
 
       El ave se acercó más al nido y empezó a picotear la cabeza de la tortuguita, con la intención de sacarla del hoyo. Se oyó un jadeo que exhalaron mis compañeros.
 
       "¿No va usted a hacer algo?" preguntó una voz angustiada.
 
       Nuestro guía se tocó los labios con un dedo y luego musitó: "Así actúa la Naturaleza".
 
       "Pues yo no voy a sentarme aquí a presenciar esto" objetó un apacible vegetariano de California.
 
       "¿Por qué no obedecen al guía? No debemos interferir." les sugerí’ yo.
 
       "Para empezar... si no fuera por los humanos, las tortugas no estarían en peligro de extinción." sermoneó una de nuestras compañeras.
 
       "¡Si usted no hace nada, yo sí lo haré!" reconvino al guía el marido de la que acababa de hablar.
 
       Este vocerío humano ahuyentó al mímido lejos de su alimento. No de muy buen grado, el guía sacó a la tortuguita del hoyo para ayudarla en su carrera hacia el mar.
 
       Pero lo que sucedió luego, nos tomó por sorpresa...
 
       En vez de que una sola tortuguita rescatada se pusiera a salvo, cientos de tortuguitas, al captar la falsa señal de que no había peligro, salieron de sus nidos y empezaron a patalear penosamente hacia la pleamar.
 
       Fue patente la insensatez de nuestro grupo al interferir con la Naturaleza...
 
       No sólo habían salido las tortuguitas engañadas por la impresión de que podían hacerlo sin peligro, sino que su alocada carrera se inició demasiado pronto.
 
       El resplandor del ocaso, aunque ya tenue, no les permitía ocultarse de las voraces aves depredadoras.
 
       En cuestión de segundos, el aire se pobló de alegres rabihorcados, pelícanos y gaviotas. Dos halcones de las Galápagos, con los ojos muy abiertos, se posaron en la playa y una bandada de mímidos, cada instante más numerosa, siguió encarnizadamente a sus pataleantes víctimas, que fueron suculenta cena.
 
       "¡Dios mío! ¡Miren lo que hemos hecho!" exclamó alguien.
 
       Para entonces, la carnicería de docenas de tortuguitas estaba en su apogeo.
 
       Nuestro joven guía, con la intención de enmendar la desobediencia a su certero instinto, cogió una gorra de beisbol y la llenó de tortuguitas. Se adentró en el océano y soltó allí a los pequeños seres; luego, ahuyentó a sombrerazos a los rabihorcados y pelícanos.
 
       Cuando todo terminó, los graznidos victoriosos de bien alimentadas aves de rapiña resonaron en el aire. Los dos halcones permanecían apostados en la playa, con la esperanza de obtener algún rezagado resto del botín. Ya sólo se oía el retumbar de las olas sobre la blanca arena de la Bahía de Gardner.
 
       Mis compañeros, cabizbajos, caminaron a paso lento por la playa. Me pareció que aquél silencio cuadraba perfectamente a un grupo tan humano... demasiado humano. Y pensé que aquél silencio se acercaba mucho a un tácito canto de humildad.
 

viernes, 25 de octubre de 2013

Entrevista • Intimidades con Laura Bozo


Tema: La Infidelidad
Programa Intimidades
Conductora Laura Bozo
 Entrevista realizada el 09 de Mayo de 1997
En Panamericana Televisión, Perú.

Tema: Infidelidad

Éstas fueron algunas de las preguntas:
¿Qué piensas de la infidelidad?
¿Cuál es el compromiso que han asumido ustedes?


Comentarios resaltantes:
... Si tú asumes el compromiso, cúmplelo...
... ellas son mujeres al estilo antiguo, antiguo en el sentido que no partimos del principio de derechos y libertades, del Yo tengo mi espacio y tú tienes el tuyo, sino que partimos de la premisa de una lealtad del todo...
... si tu vez en la naturaleza no hay esa cultura Unisex que nos quieren vender...
... la mujer ante todo, en nuestra religión, tiene Honor...
... Legalmente se me impone un matrimonio monogámico...
... Hoy nos cuentan el cuento que el Amor es lo que tú me das...



domingo, 20 de octubre de 2013

Obscenidad

     
La definición de obscenidad  difiere entre las diversas culturas; entre las distintas comunidades dentro de la misma cultura; e incluso, entre los individuos de esas mismas comunidades.



Entonces... ¿Qué es, en concreto, lo que llamamos Obsceno?

     Se define la obscenidad como lo que hace referencia al sexo de un modo malicioso o grosero. Esta definición de obscenidad corresponde a una transformación de su uso, ya que la palabra procede del latín y significaba, originariamente, "lo que está fuera de escena" (es decir, fuera de lugar), o sea, lo socialmente incorrecto.
 
     Sin embargo, la definición tiene el mérito de enseñarnos que no es obsceno el referirse al sexo, ya sea de palabra, por escrito o en imagen, sino el hacerlo de una manera maliciosa o grosera.
 
     Bien es cierto que la malicia y la grosería siempre deberían considerarse como incorrecciones sociales, pero mucha gente toma el rábano por las hojas y tiende a confundir la obscenidad con la simple mención de la sexualidad o, ya en el colmo de la confusión mental, con la sexualidad misma.
Las diversas culturas han producido leyes que definen lo que es considerado obsceno para ellas. La censura se usa, a menudo, para intentar suprimir o controlar los materiales que resultan "obscenos" según esas definiciones.

     Los usos sociales no sólo varían según las épocas, sino –incluso– según el grupo social y cultural que se considere.

     Por esto, es sumamente importante tomar siempre en cuenta que la apreciación del grado de malicia o grosería es algo sumamente variable, que depende de múltiples factores.

     Por consiguiente, la obscenidad no es una cualidad propia de las cosas, sino un juicio muy subjetivo de quienes las ven, oyen y juzgan.

     De todos modos, salta a la vista que dicho juicio no es una opinión como las demás, como la que pueda emitirse –por ejemplo– acerca de las cualidades de un vino. Cuando se juzga obscena una cosa, tal apreciación suele ir acompañada de una fuerte reacción emocional, llamada indignación.

     Tal indignación puede presentar síntomas como congestión de las facciones, voz ronca, respiración dificultosa entorpeciendo la pronunciación y puños fuertemente apretados.

     Esta reacción a veces culmina en un acto de agresión contra la cosa obscena o la persona que haya cometido una obscenidad.
 

Debido a que el concepto de obscenidad está a menudo mal definido, puede ser usado como herramienta política para restringir la libertad de expresión. Así, la definición de obscenidad puede ser un tema que afecte a los derechos fundamentales de la persona.


     Por otra parte, es bien sabido que hay personas particularmente sensibles (o traumadas), que descubren obscenidad en objetos, libros, imágenes y comportamientos que para otros no presentan nada de particular.

     La reacción agresiva frente a un estímulo de tipo sexual, nos revela –concretamente– que las personas que actúan así sufren de un complejo sadomasoquista, que satisfacen atacando con furia aquellos estímulos sexuales a los que en realidad temen.

     No sólo sufren, sino que, además, buscan (y siempre encuentran) continuas oportunidades para seguir "sufriendo" la intolerable ofensa que –según ellos– les representa la obscenidad y, en lugar de encontrar la descarga nerviosa en un orgasmo, la buscan en un acto violento.

     Esta analogía es particularmente clara en el caso de los "indignados" que arrojan tinta sobre el objeto obsceno, o rasgan en dos la publicación obscena, o le prenden fuego; en todos esos actos podemos contemplar otros tantos sustitutivos simbólicos del coito con violencia.


miércoles, 16 de octubre de 2013

El gran país del “Señor Tango”


     Esa noche fuimos llevados de vuelta al canal y, mientras esperábamos para entrar al Set, escuchamos que Susana decía ante cámaras que, por primera vez en la historia de su programa, ellos recibían durante dos días consecutivos a un mismo invitado y que habían tenido que invitarnos nuevamente ya que habían recibido una gran cantidad de llamadas de personas que quería saber más sobre nosotros y que incluso le daba vergüenza confesar el rating tan alto que habían tenido.

     Nuevamente, durante la entrevista y fuera de ella, Susana se comportó como toda una dama y nosotros salimos más encantados con ella aún que el día anterior.

     Cuando ya nos estábamos despidiendo, el Productor —que se había enterado de que habíamos sacrificado nuestra visita al espectáculo de tango por aceptar su pedido de entrevista— se acercó para agradecernos y para entregarnos entradas para «El Señor Tango».

     El Señor Tango era un Restaurante-Teatro montado en una vieja Estación restaurada y acondicionada especialmente, tan en boga en esos momentos, que usualmente había que hacer reservaciones con un mes de anticipación y gozaba de una clientela bastante exclusiva, incluso, aquel día, se hallaba presente la Princesa de Liechtenstein, entre otras renombradas personalidades del medio argentino.

     El local, que noche a noche daba espléndidos shows, era precioso. Estaba decorado con un escenario central en forma de una tarima circular en varios niveles, en el nivel superior había tan sólo un farolito hacia un lado y a nivel del piso, rodeando esta gran "torta" se ubicaba la orquesta. A todo el rededor, en los distintos pisos, estaban los palcos con las mesas que, estratégicamente bien ubicadas, permitían que la gente viera el escenario mientras gozaba de una excelente comida: carnes a la parrilla acompañadas de un buen vino tinto.

     El espectáculo… ¡Dios mío! ¡Fue realmente espectacular (valga la redundancia)! Se presentaron cuatro parejas en total, cada cual con un estilo muy particular, lo que hacía que cada coreografía fuese absolutamente original y generase expectativa. ¡Esa noche todos nos enamoramos del Tango!

     La comida —que también nos había sido obsequiada por el canal— definitivamente estaba a la altura del local y nosotros nos hallábamos fascinados comiendo y disfrutando del excelente vino argentino —el cual, los atentos mozos, sin escatimar, se apresuraban a verter en nuestras copas de tanto en tanto—... hasta que el administrador del local se acercó a Ricardo y le comentó que, según la tradición del Señor Tango, acostumbraban solicitar la participación de los invitados ilustres. Ricardo por supuesto aceptó, pero lo terrible del caso fue que la invitación la hicieron extensiva a todas nosotras y Ricardo también aceptó… ¡adiós apetito!

     ¡Dicho y hecho! Terminado el Show Profesional, nos condujeron a todos al Escenario.

     A nosotras seis nos distribuyeron a lo largo del ruedo del nivel inferior, asignándonos un bailarín a cada una e incluso tuvieron que sacar a algunos de los músicos para completar el número. Nuestras parejas de baile, amablemente, nos explicaron de manera rápida algunos sencillos pasitos antes de que comenzara la música. “Sencillos” es un decir, claro está… ¡pues para algunas de nosotras el Tango resultó ser un fascinante pero entreverado enredo de pies difícil de desanudar!

     En esos momentos, lo único que yo quería era que todo terminara rápidamente y, habiendo ocultado lo mejor posible mi cara, para que no se notara lo roja que me encontraba, rogaba para no tropezarme con mis propios pies.

     A Ricardo, la figura central, lo hicieron subir a la plataforma superior del escenario y le pusieron delante a las cuatro muchachas que acababan de hacer su espectáculo, para que él eligiera con quien bailar... o, al menos, eso fue lo que él creyó e, intentando evitar a una bailarina que, si bien había danzado divinamente, había hecho un despliegue de movimientos y acrobacias que definitivamente iban más allá del poco conocimiento que él tenía de este baile, se estiró para coger la mano de la muchacha del extremo y, en su usual muestra de galantería le explicó que, sin desmerecer a ninguna de las otras tres, consideraba que su baile había sido el más sensual de todos.

     La muchacha lo recompensó con una brillante sonrisa y, sin previo aviso, soltó un coqueto “Mirá...” y cuando Ricardo, siguiendo el rumbo de su mirada volteó para ver a qué se refería, ella elevó la pierna enganchándolo por la cintura mientras todos los flashes de las cámaras fotográficas se disparaban simultáneamente cegándolo.

     Cuando empezó la música, Ricardo logró recordar los suficientes movimientos de Tango como para manejarse bastante bien con la chica que había elegido... hasta que se produjo una pequeña pausa en la música y la primera muchacha lo dejó en brazos de la segunda bailarina, luego pasó a la tercera y finalmente… a la del Tango Apache, culminando —aunque parezca increíble— con las cuatro bailarinas a la vez.

     Al menos tuvimos el consuelo de que, después de nuestra actuación, lo que escuchamos, fueron los aplausos del público.

     Cuando finalmente estábamos esperando en el bar de entrada a que se acercara el auto del estudio para llevarnos de vuelta al hotel, fuimos abordados por una horda de periodistas que nos cegaron nuevamente con las luces de sus flashes, durante tanto tiempo, que la sonrisa ya nos empezaba a temblar.

     Amigos nuestros nos dijeron que habíamos aparecido al día siguiente en todos los periódicos de Buenos Aires, pero nosotros abordamos el avión muy temprano ese día, habiendo paseado muy poco y comprado aún menos, pero trayendo hermosos recuerdos que, después de todos los años que han pasado, aún nos hacen sonreír.

     Esa visita a Argentina fue realmente una sucesión de gratas e inolvidables anécdotas que todos nosotros atesoraremos por siempre.

viernes, 11 de octubre de 2013

La Guerra De Los Sexos • 2ª Parte

Los hombres y mujeres de hoy en día se hallan pagando las duras consecuencias de una guerra generalizada que se inició hace ya más de 200 años... y aún dura. Ella es la principal destructora de hogares y la causante de la infelicidad de millones de seres humanos y el germen de esa tan generalizada sensación de angustia, incomodidad y tensión que a inicios de siglo se conocía como «el vacío vivencial» y actualmente se ha dado en llamar «stress».
Aquí culmina este Artículo sobre esta guerra invisible, pero desoladora.


por Marie N. Robinson, M.D., Ph.D. (1958)

 

Continúa...
 

       Hasta donde el Movimiento Feminista se lanzó en contra de los hombres y, al mismo tiempo, llevó a la mujer a masculinizarse y despojarse de su naturaleza femenina. El Feminismo, desde su inicio, fue (y aún sigue siendo) profundamente neurótico... y venimos cosechando -desde entonces- las terribles consecuencias de la tempestad que desató.
 
       La ira de las feministas estaba en la realidad dirigida contra sí mismas (aunque ellas, muchas veces, no se dieran cuenta de esto)...
 
       Sabemos por ejemplo, que, para dar a luz niños, una mujer debe tener una cierta seguridad, la protección del hombre y un lugar donde permanecer y el matrimonio ha sido la respuesta de la sociedad a esta necesidad femenina desde tiempos inmemoriales. Pero las feministas se colocaron en contra del matrimonio formal: La mujer -sostenían- tenía el derecho, tal como los hombres, de ser promiscua sexualmente y vivir con quien le diera la gana, por el tiempo que ella quisiera. Si quería casarse, debería poder hacerlo, pero también debería tener el privilegio de dar por terminado el matrimonio cuando lo deseara o al cansarse del hombre.
 
       Sabemos, también, que el amor maternal por los niños, particularmente por sus propios hijos, es una de las principales características de la condición de mujer, siendo tan típica de ella como su anatomía femenina y que solamente las mujeres más enfermas mentalmente desertarán o rechazarán a sus hijos. La maternidad está tan profundamente arraigada en el sexo femenino que puede observarse hasta en los animales.
 
       Las feministas en cambio decían que la maternidad era una trampa, un conjunto de falsos valores vendido a la mujer por los hombres a fin de mantenerlas esclavizadas. No se debería permitir que los niños interfirieran de ninguna forma con la nueva "libertad" de la mujer. Las feministas recomendaban, por tanto, poner a los niños en manos de cuidadores "debidamente entrenados". Entonces, surgieron las Guarderías Públicas, los Grupos Pre-kindergarten y todo lo que pudiera dar "libertad" a la madre. Liberar a la madre de sus hijos... ¿para qué? Para trabajar en las oficinas y fábricas como los hombres, por supuesto. Para sustituir a sus maridos por jefes y compartir el "privilegio" de ser contratadas o despedidas. Concretando: Para ser hombres.
 
       Si el espacio me lo permitiera, continuaría... Muy pocas de las primeras feministas de hecho lograron vivir de la manera que tanto prescribían; pero está tan claro como el cristal, que ardientemente lo desearon. En realidad no hubieron tantas feministas en número, pero las que habían, hacían propaganda incesante y al final sus ideales y creencias se convirtieron en los ideales y creencias de millones de mujeres.
 
       Aquí, lo más importante a recordar es que el Credo Feminista desacredita -detallada y conscientemente- las auténticas necesidades y características de la mujer, sustituyendo incluso las metas femeninas por metas masculinas. 
 
       Pero el Movimiento Feminista no era el único frente entre los hombres y las mujeres, era tan sólo el más chillón y el más militante. Sin ser notada, oculta, desconocida aún a las mismas mujeres, la guerra contra la sexualidad femenina, contra el florecer de la verdadera femineidad estaba siendo desarrollada en cada hogar en la tierra. La casta y dignificada heroína de este frente oculto era la mujer puritana, de modales refinados y muy cuidadosa al hablar. Echémosle ahora una rápida mirada...
 
       Su reacción a la pérdida de posición en el altamente creativo hogar familiar, que había precedido a la Revolución Industrial, fue tan violenta como la de las feministas, pero totalmente inconsciente. Se sentía rechazada, se le había quitado su lugar y se habían devaluado sus funciones sexuales y maternales. Ella entonces desarrolló una perfecta técnica para manejar la situación: Simplemente negó la existencia de la sexualidad femenina. El sexo, de acuerdo con ella, era -exclusivamente- una característica masculina; la mujer no lo tenía en su naturaleza. A pesar de que ésta era una forma de venganza psicológica contra el hombre que la había rechazado, ella tuvo un éxito sorprendente en convencer a los hombres en general (incluso a los científicos de su época), que la frigidez era un atributo básico de la mujer. La mujer puritana era, por supuesto, inconsciente de sus propios motivos al afirmar que ella era biológicamente frígida. Ella misma se lo creía enteramente y hay mucha evidencia para indicar que la mujer individual habría sufrido un profundo shock si se hubiera dado cuenta de que no era tan poco responsiva como se le había enseñado que era o como quería ser. Por tanto ella mantenía tales reacciones como un oscuro secreto.
 
       La frigidez como un Artículo de Fe puritano se expresa en la convicción de que la mujer "no debe ser valorada por su sexo" y su influencia aún está muy con nosotros en nuestras actitudes conscientes e inconscientes.
 
       Esta es por tanto la herencia de la mujer de hoy: Por un lado, de la mujer victoriana, una profunda creencia de que ella es, o debería ser no-sexual, frígida por ley natural. Por otro lado, de las feministas, que el hombre es el enemigo natural de la mujer y que ella, por tanto, debería descartar del todo su femineidad, oponerse al hombre, suplantarlo y convertirse en hombre.
 
       Por favor, deténgase ahora un momento a pensar el efecto de estas actitudes sobre el hogar: La hostilidad de la mujer contra su marido y toda la miseria que este odio implica, es un hecho; pero el efecto sobre los niños es lo decisivo...
 
       Las actitudes inculcadas en muchas mujeres modernas desde su niñez, harían que a uno se le pongan los pelos de punta... Avergonzarse de su propio cuerpo y sexo. Tener vergüenza de la menstruación y disgusto con ella; odiarla, incluso, porque es el umbral del despertar sexual. Temer el embarazo y la niñez. Todo esto acompañado de regaños y castigos por tempranos (y naturales) sentimientos (y experimentos) sexuales. Se busca sistemáticamente la depreciación (hasta la destrucción) de la imagen del padre como un ideal para que la niña lo pueda amar o emular. En general, las mujeres de hoy aprenden muy tempranamente -y demasiado bien- a depreciar y despreciar su propia femineidad en todas sus manifestaciones importantes.
 
       La Dra. Marynia Farnham escribe: "La expresión más precisa de la infelicidad es la neurosis. La base para la mayor parte de esta infelicidad yace en el hogar infantil. Y el principal instrumento de la creación de esta infelicidad... son las mujeres."

    Tanto la mujer puritana como la feminista estaban -consciente o inconscientemente- en contra de la sexualidad femenina por considerarla una "debilidad". No es posible que la mujer sea masculina sexualmente, por tanto, respaldar el que ella debe ser exactamente igual al hombre, es igual (o peor) que anular su sexualidad.
 
       Por supuesto el feminismo como una actitud consciente hacia la sexualidad, pareció triunfar finalmente sobre el puritanismo. Sin embargo, en la actualidad, vemos el puritano canto de "no ser un «objeto sexual» sino ser valorada como persona" repetido hasta la saciedad no sólo por  las feministas, sino hasta por la mujer común.
 
       La "flapper" (descocada) de 1920 presentó la no-intencional flor de la filosofía feminista de la vida, su definición de lo que constituía la femineidad. En realidad, era una caricatura de mujer, una imitación barata y vulgar del sexo opuesto, un hombre de segunda clase. Felizmente, ella no sobrevivió como un ideal consciente, pero -por desgracia- la errada filosofía que la creó, sí sobrevivió... y aún nos daña.
 
       La depreciación de la femineidad y de sus metas -biológicas y psicológicas- se convirtió en parte integral de la educación de millones de niñas en todo el mundo. El cuidado de la casa, el tener niños y criarlos, fueron sistemáticamente despreciados. Una vida de logros masculinos suplantó la vida natural de los logros femeninos.
 
       El antagonismo feminista y puritano contra los hombres también sobrevivió... Ha pasado de madre a hija de generación en generación por tantos años que, para millones de mujeres, la hostilidad contra el sexo opuesto parece (casi) una "ley natural". Si bien algunas mujeres modernas pueden, de labios para afuera, alabar el ideal de un apasionado y productivo matrimonio con un hombre, en el fondo -en mayor o menor grado- resienten su rol y conciben al hombre como fundamentalmente hostil a ellas y como un explotador. Ellas, en lo profundo de su corazón (y muchas veces sin ni siquiera darse cuenta del hecho), desean suplantarlo e intercambiar roles con él. Y es que aprendieron esta actitud en las rodillas de su madre. Lo poco que ellas puedan aprender en contra de esto, se ve muy pronto anulado por la gran efectividad de la constante (y casi universal) repetición de estos destructivos planteos en el medio.
 
       Claramente, por tanto, si ésta es la dirección histórica que las mujeres han tomado, la mujer individual que desea convertirse en una mujer auténtica, debe cambiar esta dirección. Esto sólo lo puede hacer deteniéndose a pensar... y a pensar muy largamente. Porque entre las mujeres que la rodean no encontrará mucho (ni poco) apoyo para su deseo de volverse femenina.
 
       Por más de doscientos años, las mujeres han echado la culpa de sus problemas al mundo exterior. Han usado las dificultades -muy reales- creadas por los cambios sociales revolucionarios, para evitar la tarea de mirar dentro de sí mismas para hallar el auténtico problema y la única autentica solución. Se han concedido una orgía de autocompasión al dedicarse a señalar con el dedo a los hombres.
 
       Si los resultados hubieran sido distintos, si esta actitud les hubiera traído felicidad y un sentido de completamiento, si el feminismo y el victorianismo las hubieran hecho buenas madres y esposas felices o -incluso- las hubiera satisfecho con su nuevo lugar en la industria... tal vez todo este juego habría valido la pena. Pero, definitivamente, no lo ha valido. Este juego solamente ha traído frigidez, angustia, dolor y una tasa de divorcios que se ha disparado, así como neurosis, homosexualidad, delincuencia juvenil... La experiencia demuestra que los resultados que se obtienen cuando la mujer abandona su auténtica función de mujer... son siempre trágicos y desastrosos.
 
       El ver la propia responsabilidad en una situación es a menudo difícil, sin embargo en este problema de la frigidez, el no asumir la propia culpa es aún más difícil... por sus resultados. Significa -y ha significado ya para millones de mujeres- el cometer suicidio sexual al abrazar el aislacionismo emocional como si ésta fuera la condición adecuada para la mujer.
 
       El cambio depende del esfuerzo de cada una para reconocer tanto sus errores como su auténtico papel... de mujer.


jueves, 10 de octubre de 2013

Pastel de Manzana


 
 
La Masa
 
•   250 grs. de Harina
•   125 grs. de Mantequilla
•   Una pisca de Sal
•   1 Huevo
•   1 cucharada de Agua
•   1 cucharada de Azúcar
 
       Pon en un bol la harina, la mantequilla y la sal y mézclalos hasta obtener una consistencia granulada como la avena. Incorpora luego el huevo, el agua y el azúcar y une todo esto con los dedos hasta que la masa se desprenda del bol. Forma una bola y déjala descansar por 30 minutos.
 
El Relleno
 
•   2 kgs. de Manzana
•   1 ramita de Canela
•   2 cucharadas de Azúcar rubia
•   jugo de 1/2 limón
•   50 de grs. Mantequilla
•   1/2 taza de Azúcar rubia
•   1 cucharadita de Canela molida
•   Mermelada de Damasco

       Separa 1/2 kg. de manzanas, pélalas, sácales el corazón y córtalas en trozos chicos. Ponlas a cocinar con un poquito de agua y la ramita de canela. Cuando las manzanas estén suaves, agrega dos cucharadas de azúcar rubia y cuécelas hasta que queden como puré.
 
       Pela las manzanas sobrantes y ponlas enteras en un bol con agua a la que le has añadido el jugo de 1/2 limón (para evitar que se pongan oscuras) mientras les sacas el corazón y las cortas en tajaditas delgadas. Lleva una sartén al fuego, con los 50 grs. de mantequilla y la 1/2 taza de azúcar rubia, mezcla bien y agrega la manzana en tajaditas. Espolvorea la canela molida y mueve hasta que la manzana se impregne. Déjalo en fuego mediano, hasta que la manzana este jugosa y apaga el fuego.
 
       Enmantequilla un molde para tarta. Con ayuda de un rodillo extiende la masa sobre una superficie lisa hasta que tenga un grosor de 1/2 cm. y forra con ella el molde, presionando suavemente todo el rededor, cortando los sobrantes de los bordes.
 
       Vacía en el molde la compota de manzana y cubre con ella toda la base. Coloca encima la manzana frita en forma pareja y circular y añádele encima el almíbar que te quedó en la sartén y luego llévalo al horno de 180 grados por unos 30 a 35 minutos.
 
       Cuando enfríe desmóldalo y abrillántalo con mermelada de damasco, un poco diluida.
 
Es un postre muy rico.
Vale la pena hacerlo y disfrutarlo en buena compañía.