Esto, concretamente, significa que nuestra ignorancia y las malas actitudes al respecto de lo sexual adquiridas en la niñez son las causas de nuestras depresiones, neurosis e infelicidad de adultos.
La solución concreta que Freud daba para este problema era que, antes de la pubertad, los niños pudiesen ver (y tocar) los órganos sexuales de adultos bien desarrollados de ambos sexos, espectando muy de cerca una relación sexual completa y placentera entre los mismos, obteniendo respuestas francas a todas sus preguntas.
Las pocas sociedades (como las de las islas polinésicas y las orientales) en que ha existido este tipo de libertad e información sexuales se hallaban —según testimonio de entendidos— verdaderamente libres de las neurosis que plagan nuestra sociedad… hasta que fueron invadidos y contaminados por los consabidos fariseos que convierten el placer sexual en “delito contra la moral”.
¿Nos atreveremos nosotros a ofrecer una Sexualidad sana a nuestros hijos?
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